La Manta y La Raya # 6 noviembre 2017
Duelo de Verseros
Andrés Moreno Nájera
Antonio Xolio Bustamante, nacido en la comunidad de Ohuilapan, fue alcalde de nuestro pueblo de 1933 a 1937 y de los pocos alcaldes provenientes de la comunidad campesina. La comunidad más pequeña de nuestro municipio lleva su nombre.
El siguiente relato lo contó don Ignacio Cobaxin hace unos treinta años, Don Nacho fue jaranero y cantador. Era la década de los treinta y la música de jarana era lo que reinaba en las rancherías. Había muchos músicos y cantadores y bailadores ni se diga.
En una ocasión en la comunidad de Axochio se celebraba una boda donde se casaba la hija de uno de los principales del rancho con un joven de otra comunidad vecina, en la cual el C. Presidente Municipal, Sr. Antonio Xolio Bustamante, era el padrino. Como era costumbre en aquellos tiempos, llegaron músicos y bailadores de otras rancherias ya que era una boda importante para la comunidad. Todo era un mar de gente.
La fiesta se desarrollaba como toda fiesta de esos tiempos: en la mesa de banquetes los recién casados, los padres, embajadores y padrinos. En medio del patio la tarima y alrededor de la tarima las mesas de los invitados y familiares.
Terminada la comida se dio inicio el huapango, la tarima muy concurrida por bailadores, hombres y mujeres subían y bajaban de ella, los tocadores no daban pausa a la música y los cantadores desgañitándose en el canto.
Después de varios sones, se invita a los recién casados para que suban a la tarima con el son del Zapateado. Todos se pusieron de pie y los esposos se encaminaron a la tarima. Los verseros empezaron a echar versos deseando cosas buenas para el matrimonio. Todo era risa y alegría. Cuando estaba a punto de terminar el son se acerco un hombre y echo un verso no dirigido a los recién casados, sino al alcalde que se encontraba ahí presente:
Traigo el código romano,
y me sobra la razón.
Vengo buscando a un tirano,
he llegado a esta función
con la ley en la mano.
Todos quedaron sorprendidos, los demás cantadores enmudecieron y se escuchó una nueva copla:
Aquel que la ley aplica,
y con la ley se protege,
es una araña que teje
para atrapar lo que pica.
El alcalde había permanecido en silencio, pero después de tres versos el coraje lo invadió y le contesto al bravucón:
Permítame compañero,
decir con educación:
yo soy viento en el potrero,
y no ando de pendenciero
pá arruinar esta función.
Pero el cantador le respondió en el acto con un nuevo verso:
Hasta que rugió el león,
a ver a cómo nos toca.
Yo defiendo mi pendón,
vengo de por La Boca
a cantar a esta función.
Pleito no vengo buscando,
pues represento la ley.
Tú me andas cucuseando,
pero Dios sabrá hasta cuándo
pueda aguantar a este buey
En la casa de gobierno,
tú representas la ley.
Aquí encontrarás tu infierno,
ya verás quién es tu rey,
por gracia del sempiterno.
Aquel que la ley formó,
como su obra divina,
a nadie le encomendó
una misión tan fina,
y menos a ti te dio,
que eres del cardo espina.
El que de miedo se muere,
se justifica de todo.
Y cuando luchar se quiere,
deja vicios y placeres.
Vamos buscándole el modo.
Ya que eres buen cantor
y vienes a debatir,
ahora me vas a decir:
Qué es la muerte y el amor,
si la muerte nos da temor
y el amor nos hace vivir.
De esta manera se entabló un enfrentamiento entre dos verseros quienes a través del canto de coplas simples, de argumento o de argumento mayor trataron de resolver sus problemas políticos, pero también medir su capacidad como cantadores.
A cada verso cantado se encontraba pronta respuesta, la fiesta se detuvo por un tiempo para centrar su atención en los dos verseros que medían su capacidad como cantadores.
La música siguió y los cantadores trabados en su porfía por más de una hora, hasta que no pudiendo más el adversario de la Boca trato de agredir físicamente al alcalde. La música se detuvo y separaron al molesto adversario de La Boca. El cantador perdedor agarró camino hacia su rancho y la fiesta siguió su curso.
Lo que el cantador no sabía era que se había enfrentado no solo al alcalde sino al mejor cantador de Ohuilapan.
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