La Manta y La Raya # 14 marzo 2023 ________________________________________________________________________
Discurso pronunciado por el
Dr. Alfredo Delgado Calderón
al recibir la medalla “Gonzalo Aguirre Beltrán”
que otorga el Instituto Veracruzano de la Cultura,
en el marco del
XXVI Festival Internacional Afrocaribeño.
Antes que nada, quiero agradecer esta medalla que significa mucho para mí, no sólo para mí. Es una medalla que en realidad sintetiza los esfuerzos de mucha gente, quiero reconocer a muchos que me han acompañado en el camino. Hay gente que vino de Acayucan, de Coatzacoalcos, de Xalapa, que vino para acompañarme en este momento. ¿Por qué digo que es una medalla que hemos ganado muchos? Porque me han acompañado en el camino, mucha gente, especialmente de dos instituciones, como la Dirección General de Culturas Populares y el Instituto Nacional de Antropología e Historia. También mucha gente del movimiento jaranero donde empezamos a destacar la presencia Afro en la región del Sotavento y en distintos aspectos.
No es posible conocer la influencia Afro si no nos metemos a los pantanos, a las isletas que quedan cuando se inunda la cuenca del Coatzacoalcos, la cuenca del Tesechoacán, del Papaloapan; hablar con los vaqueros, hablar con los descendientes de aquellos antiguos esclavos a quienes la revolución no les hizo justicia, hijos de ejidatarios. Mucha gente que pidió el reparto agrario de las haciendas donde sus abuelos, sus tatarabuelos fueron vaqueros o fueron esclavos, y no se lo concedieron. Hay un proceso de largo plazo, hay muchas emociones en medio, mucho sufrimiento de aquella gente que fue arrancada de África, traída a la fuerza y que entró por San Juan de Ulúa, por el muro de las argollas. Miles de ellos y miles más que entraron de contrabando y muchos más que obtuvieron su libertad, ya sea porque la compraron, porque eran hijos de españoles o cuyos padres esclavos se casaron con indígenas.
Eso fue conformando distintas regiones en México, regiones culturales. Muchas regiones como la Tierra Caliente de Guerrero y Michoacán o la Costa Chica de Guerrero y Oaxaca o los Altos de Jalisco o el Sotavento o la Huasteca serían impensables sin el aporte Afro. Esa gente que, ya sea libre o esclavizada, trabajó en trapiches, en obrajes, en haciendas, en los conventos y que fue dejando su impronta. ¿En dónde? En la gastronomía, en la música en las artesanías, en la medicina tradicional… y muchas veces no la sabemos saber. Hemos tenido que bregar en los archivos, consultar miles y miles de expedientes los últimos 35 años, para más o menos entender qué estaba pasando en las regiones, dónde están esos aportes y qué es lo que queda de ellos.
No podríamos escribir todo lo que hemos escrito si no vamos a conocer las ruinas de esas haciendas ganaderas, los caminos que trillaban con las manadas de ganado salvaje que llevaban los vaqueros negros y mulatos de Nopalapan, de Chiltepec, de Corral Nuevo, para alimentar también a los esclavos de las minas de Taxco, de Cuautla; llevar también carne de res a la Ciudad de México o a la ciudad de Puebla. No podríamos entenderlo si no vamos a conocer lo que queda de los viejos trapiches de la zona de Córdoba, de Huatusco, que ocupaban esclavos por miles. ¿Para qué? Para utilizar un producto como el azúcar, que era muy preciado en Europa y Nueva España, el azúcar que fue “azúcar de sangre”.
Muchas personas esclavizadas escaparon y fundaron los palenques(1) en la sierra, muchos palenques. De allí es cuando uno de estos líderes, Yanga, se rebela y va fundando una serie de palenques en los alrededores de Córdoba (Veracruz) y negocia con las autoridades virreinales. Pero no fue el único: Francisco Congo, Diego Macute y muchos más, que finalmente lograron que las autoridades virreinales les concedieran también fundar otro pueblo: Nuestra Señora de Guadalupe de los morenos de Amapa.
Los cascos de las haciendas se convirtieron en pueblos, pueblos con esa impronta afromestiza: Nopalapan, Cuatotolapan, Corral Nuevo, etcétera. Pero también pueblos que originalmente eran pesquerías, como Tamiahua. También pueblos que originalmente eran indígenas y que los vaqueros de las haciendas robaban mujeres y se fueron convirtiendo, después, en pueblos de negros, como Tesechoacán o Chinameca. Hay mucho que pudiéramos platicar.
Yo agradezco infinitamente este reconocimiento. Y agradezco especialmente al Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) y al Centro INAH Veracruz que me ha acompañado estos últimos 15 años.
Muchísimas gracias, es cuánto.
Ciudad y Puerto de Veracruz, a 6 de octubre del 2022. XXVI Festival Internacional
El Dr. Alfredo Delgado Calderón es Profesor-Investigador Titular del Centro INAH Veracruz, miembro del Sistema Nacional de Investigadores del CONACYT y actualmente dirige el Museo de Antropología de la ciudad de Xalapa, Veracruz.
(1) Palenque o kilombo son términos utilizados en America latina para referirse a aquellos asentamientos fundados por las y los negros cimarrones que se huyeron de sus dueños escapando así de la esclavitud forzada, entre los siglos XI al XIX. Muchos de estos palenques fueron inicialmente pequeños campamentos desde los cuales los negros cimarrones hacían sus incursiones a lugares cercanos a fin de resolver la sobrevivencia cotidiana. En algunos casos, con el paso del tiempo estos lugares de resistencia lograron convertirse en rancherías que dieron lugar a la fundación de pueblo [nota de los Editores].
Revista en formato PDF (v.14.1.0):