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El Encanto

Felipe Oliveros Rodríguez 

El Encanto 

 

Felipe Oliveros Rodríguez (1985) es fotógrafo autodidacta y su trabajo ha sido exhibido en diversas exposiciones colectivas en México. Un creador veracruzano que se cuece aparte. Se ha resaltado que su trabajo fotográfico explora el género documental, la noción de identidad y el imaginario simbólico presente en la región de Los Tuxtlas, en Veracruz. Este interés lo ha llevado a narrar visualmente historias relacionadas a las tradiciones y el misticismo propios de su comunidad. 

El arraigo e interés por la cultura musical de su región le viene de familia, su abuela participaba en los fandangos de la comunidad. Su gusto por la fotografía surgió al acompañar al colectivo Tekalli en un taller para niñas y niños de la comunidad Boca del Monte en Santiago Tuxtla. Posteriormente, el maestro tuxteco Andrés Bernardo Moreno Nájera y su libro Presas del Encanto, lo ayudaron a entender que la música iba más allá de la fiesta y comprendió que los elementos de la simbología religiosa se mezclan con el misticismo de la región, creando un sincretismo que los músicos retoman e incorporan a sus cantos y bailes.

Para la exposición fotográfica El Encanto presentada en la Fototeca de Veracruz en 2020, un proyecto de Felipe Oliveros de largo aliento que muestra el aspecto sensorial que rodea a la música y el fandango, así como la vida cotidiana de los municipios rurales de esa zona, Andrés Bernardo Moreno Nájera escribe:

El mundo cosmogónico del músico campesino del sur es profundo, místico, mágico e incomprendido por la mayoría de los músicos actuales, quienes ven con recelo e indiferencia al campesino que limpia su instrumento ante un altar, o incrusta piedras rojas en su instrumento, o le amarra una cinta roja al mismo, o el cantador que inicia su canto con la bendición de Dios, todos tienen una razón para hacerlo. 

La música y el canto van más allá de los sonidos arrancados del instrumento, es el sincretismo entre la cosmogonía de los ejecutantes y el mágico sonido de las cuerdas que rasguea, el misterioso legado de sus ancestros. 

Es este mundo misterioso de encanto y magia el que busca captar la lente de Felipe Oliveros, su sensibilidad y su caminar por las comunidades campesinas que lo invitan para compartir el dolor en un deceso, o su fe en un velorio de santo, o una boda o cualquier otra celebración festiva dando como resultado la magia plasmada en una imagen fotográfica.

Presentamos en esta ocasión una muestra del trabajo de Felipe en donde se incluyen algunas fotografías de la exposición El Encanto.

Los Editores

 


Revista núm. 17  en formato PDF (v.17.1.2):

 

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Relatos Tuxtlecos

Relatos tuxtlecos

Fandangos y encantamientos

de Andrés Bernardo Moreno Nájara

con ilustraciones de  Honorio Robledo

Mar Adentro   Veracruz 2024                                     

                                                  

 

A manera de introducción

Estimada lectora, apreciado lector, el libro que tiene usted en sus manos es una compilación de relatos nacidos en la memoria de aquellos antiguos pobladores de una región mística y llena de historia que, gracias a la valiosa y amorosa dedicación que el profesor Andrés Bernardo Moreno Nájera ha procurado propagar y transmitir, no sólo a través del trabajo musical con el grupo Los Cultivadores del Son (agrupación con más de  30 años de conformados) en la difusión de sones antiguos tuxtlecos, sino también a través del mantenimiento, recuperación de la memoria y el resguardo de las historias que cuentan los viejos.

Déjeme decirle entonces que, en esta publicación encontrará historias fantásticas, de chaneques, nahuales, encantos y sucesos inimaginables, que giran principalmente alrededor de la tradición del fandango jarocho en la microrregión de Los Tuxtlas, al sur del estado de Veracruz. Los Tuxtlas pertenecen a la región cultural y geográfica conocida como Sotavento, la cual comprende desde la parte media sur del estado de Veracruz, compartiendo una porción territorial con Tabasco y Oaxaca.

Debemos destacar que, en la región de Los Tuxtlas, el son jarocho y la fiesta del fandango se han mantenido vigentes en las comunidades campesinas, en donde se desenvuelve un universo sonoro y festivo de una tradición profunda, la cual es conocida indistintamente como huapango o fandango; en ambos casos referido a la festividad alrededor y sobre una tarima de madera, donde hay música, poesía y baile. 

Así mismo, en los huapangos de estas comunidades todavía es usual el oficio del “cantador” o “versero” quien mantiene la práctica de cantar en una diversidad de estructuras poéticas como cuartetas, quintillas, sextillas o décima espinela, bajo la variedad de funciones que se han conservado en esta región, tales como: versos de relaciones (donde se asocia un verso con otro a partir de la primera o última línea del verso), versos picones (contienen enojo, insulto al adversario, en ocasiones terminaban a golpes o machetazos), versos para enamorar o de desenojo (cuando un cantador pretendía a una mujer), versos de argumento (se escogía un tema y se enlazaban a manera de preguntas y respuestas) o versos de argumento mayor (de una complejidad más profunda para debatir sobre un tema, manteniendo la poesía con reflexiones más vastas y simbólicas).

Situados pues en este contexto tuxtleco, es de resaltar que el fandango no sólo se realiza en un contexto festivo alegre tales como bodas, pedidas de la novia o bautizos, sino también se realizan con un sentido ritual, como fandangos en velorios de cuerpo presente, fandangos de angelitos para los infantes fallecidos o velorio de santos y acarreos de vírgenes. En este mismo ambiente, será usual leer sobre el “Amigo”, a quienes los campesinos de esta región asocian con el Diablo, y es con este personaje con quien hacen tratos para adquirir destreza en la improvisación, el canto y el baile; es también con quien se enfrentan en un duelo de versería o ejecución instrumental, hasta romper el encanto o el mal y ahuyentarlo con sus contras refiriéndose a utensilios como machetes, espigas para tocar el requinto o una piedra, con la particularidad de que haya sido curada un primer viernes de marzo por una persona que posee el don de curar y dar protección.

Para la editorial Mar Adentro es una gran alegría poner en sus manos esta recopilación de relatos sobre encantamientos y fandangos que Andrés Moreno ha conservado cuidadosamente, esperando que usted también se sumerja en la magia que envuelve el fandango jarocho, dejándose llevar por los vientos de la Sierra Tuxtleca, empapándose con el agua de los arroyos que cuidan los chaneques señores del monte y dueños del agua en estas regiones. ¡Que lo disfruten!

Mtro. Rafael Vázquez Marcelo

Coordinador Regional de 

Difusión Cultural de la UV


Revista núm. 17  en formato PDF (v.17.1.2):

 

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Palma, zacate y bejuco

La Manta y La Raya # 6                                                                noviembre 2017


Palma, zacate y bejuco:                              La techumbre vernácula en Sotavento.

Mario Cruz Terán
Carola Blasche
Agustín Estrada
Francisco García Ranz
Deborah Small
Sergio A. Vázquez Rodríguez
Mariana Yampolsky

Arquitectura vernácula campesina, casas que se han construido y reconstruido desde tiempos muy remotos, una línea continua que abarca milenios, una sabiduría local íntimamente relacionada con los materiales y recursos naturales de cada lugar, y que sigue siendo la mejor alternativa sustentable en el mundo rural. Nos referimos concretamente a casas campesinas que muchas veces ni se registran en los censos de población; viviendas que se consideran provisionales, 100% biodegradables, y a las que en nuestra cultura hemos llamamos simplemente chozas. Chozas de carrizo, de adobe enjarrado, de tablas de madera… . Casas con grandes techos inclinados, de gran pendiente, recubiertos de múltiples capas traslapadas de hojas de palma real o de racimos de zacate colorado peinado, atados al armazón del techo con bejuco. Un sistema de techo aparentemente simple, pero ingenioso, que sólo conoce la gente del campo.

La palma y el zacate cumplen un ciclo expuesto al abrasante sol, a los fuertes vientos y a las torrenciales lluvias. En el Sotavento es común renovar la cubierta de palma de una casa cada 10 ó 12 años, los techos de zacate son más resistentes, se cambian cada 15 ó 16 años. La palma y el zacate además de impermeables, son materiales vegetales muy térmicos: protegen mejor del frío, y son más frescos en los calores. Hoy en día esta forma constructiva vernácula se conserva entre grupos indígenas, de diferentes etnias asentadas, muchas de ellas, en las “zonas de refugio” de la región. La colectiva fotográfica aquí reunida, registra las casas de mazatecos y chinantecos al occidente de la cuenca del Papaloapan, de nahuas y mestizos de Los Tuxtlas, y de nahuas y popolucas de la cuenca del Coatzacoalcos, al sur de la región.

A través de la lente y las magníficas imágenes de los diferentes fotógrafos aquí reunidos, descubrimos, en todos los casos, casas cubiertas por techumbres a dos aguas, algunas veces de dimensiones imponentes, siempre generosas, en variedad de formas y proporciones, y, como es característico de la arquitectura vernácula indígena, con ausencia de ventanas; en todo caso pocas y pequeñas. Las casas más primitivas no son sino un techo. El techo es el elemento más importante y simbólico de una casa, sin duda juega un papel primordial en nuestras vidas. Una casa con techos a dos aguas es uno de los símbolos más poderoso de abrigo. Hay techos que cumplen mejor esa función, como propone Christopher Alexander: el techo o techumbre sólo abriga si contiene, abraza, cubre y rodea el proceso de la vida.

Esa cualidad la descubrimos en las imágenes que integran esta colectiva fotográfica: en todos los casos encontramos un sentimiento fundamental de cobijo. Casas de las que muchas veces, a cierta distancia, sólo vemos sus tejados de palma o zacate que parecen cubrir a sus habitantes como una gallina a sus polluelos, en perfecta armonía con el entorno, como parte central de conmovedoras imágenes del espíritu doméstico rural en sus formas más sencillas.

Los editores

 

Mariana Yampolsky

 

Mariana Yampolsky

 

Francisco García Ranz

 

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Mario Cruz Terán

 

Mario Cruz Terán

 

Mario Cruz Terán

 

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Agustín Estrada

 

Carola Blasche

 

Carola Blasche

 

Francisco García Ranz

 

Sergio A Vázquez Rodríguez

 

Sergio A Vázquez Rodríguez

 

Sergio A Vázquez Rodríguez

 

Mariana Yampolsky

 

Sergio A Vázquez Rodríguez

 

Mariana Yampolsky

 


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